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Movidos por el desamor


Dos Agapornis
desterrados errantes
en la copa del mas alto árbol
cabeza contra cabeza
y después de mucho viajar
entre bandadas
de otras especies
se preguntan si mañana
el quetzal su canto y sus colores
el vireo de ojos rojos
con su repertorio de cuarenta
y la pequeña curruca capitoria
imponente con su elegancia
¿tendrán mañana un lugar para habitar?
¿encontrará el martín un laguito para pescar?


necesitan una montaña de comida
y cientas de salidas
los herrerillos para alimentar
a sus polluelos
¿Por cuánto tiempo más?
¿será suficiente para Pitohuí
el veneno para sobrevivir
al mas grande predador?
aquel que se proclama
dueño y señor de montañas
llanuras y mares
ese que ayer taló su hogar
y los ha dejado sin donde anidar


el carricerín en su ciénaga
el ágil papamoscas
el reyezuelo de corona dorada
en su ostentoso nido
el piquituerto “señor de los pinos”
el mirlo en sus arroyitos
y los bulliciosos arrenjados
hace tiempo urbanizados
sueñan volver a enamorar
al testarudo hombre
que suele hacerse el sordo
y que ya poco se maravilla
con la belleza de sus cantos


robin viene cada mañana
a cantar cerca de las ventanas
y en los parques
para contemplar
la risa de los niños
que le anima la esperanza
y le alienta a cantar cada día
su mejor repertorio
a veces acompañado
por la flauta del ermitaño zorzal
que aunque viejo
no se cansa de emigrar.


Brezza, 2009

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